La infección por hantavirus es una enfermedad zoonótica, es decir, se transmite de un animal al ser humano. En el caso del hanta, el animal transmisor es un roedor silvestre, y el contacto del ser humano con estos animales generalmente pasa desapercibido. Por esta razón, ha sido muy difícil establecer con precisión la forma o el momento exacto en que ocurrió la infección en la mayoría de los pacientes.
Se sabe que los roedores eliminan el virus a través de su orina, deposiciones y fluidos respiratorios. El virus puede persistir en el ambiente contaminado por estas secreciones durante algunas horas, especialmente en espacios cerrados sin ventilación y sin luz, donde su supervivencia es mayor. Los roedores suelen ser difíciles de detectar, lo que hace impredecible identificar las áreas contaminadas. En zonas donde haya presencia de roedores silvestres, se debe asumir que cualquier lugar está potencialmente contaminado, especialmente los espacios oscuros y mal ventilados.
El hantavirus presente en Chile y Argentina, conocido como virus Andes, también puede transmitirse de persona a persona. Esto significa que una persona puede contagiarse mediante contacto cercano o íntimo con alguien que se encuentra en la etapa temprana de la infección, generalmente antes de que se sepa que está enferma.
Si alguien se contagia con hantavirus, generalmente pasan entre 7 y 42 días antes de que se presenten los primeros síntomas. Estos incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y óseos, dolor abdominal asociado con náuseas o vómitos, y un compromiso general del estado de salud. En el caso de la infección por hantavirus en el continente americano, estos síntomas pueden evolucionar hacia una forma grave de la enfermedad, caracterizada por insuficiencia respiratoria (tos progresiva, sensación de falta de aire y fatiga) y shock cardiovascular (descenso de la presión arterial y falta de oxígeno en los tejidos). En la mayoría de los casos, esta forma es muy grave.
Sin embargo, no siempre ocurre de esta manera; algunas personas pueden experimentar una forma más leve de la enfermedad y presentar solo los síntomas iniciales.
Dado que los síntomas iniciales son inespecíficos (muchas enfermedades presentan estos síntomas), es importante considerar esta infección cuando se vive o se ha estado en regiones donde la enfermedad es endémica y hay presencia de roedores silvestres portadores del virus. Existen dos razones principales para buscar atención médica, especialmente si ambas condiciones se cumplen:
Es fundamental acudir a un servicio de urgencias, proporcionando antecedentes sobre los lugares visitados, las actividades realizadas y los síntomas experimentados. Además, es importante tener en cuenta que la infección puede no manifestarse hasta pasados entre 10 y 40 días desde el posible contacto con roedores o actividades de riesgo que puedan haber expuesto a sus secreciones (orina o heces).
Si el personal de salud sospecha que una persona puede estar infectada por hantavirus, se solicitarán varios exámenes, especialmente un hemograma y una prueba para detectar el hantavirus, ambos exámenes de sangre, además de una radiografía de tórax. Estos exámenes no son infalibles, es decir, no siempre proporcionan una respuesta precisa, pero son una guía importante para identificar señales de la infección.
En Chile, esta es una enfermedad de notificación obligatoria e inmediata, lo que significa que, ante la sospecha de infección, el servicio de salud debe notificar al Ministerio de Salud. Esta institución activará la disponibilidad de solicitudes, facilitará el traslado a un centro especializado, procurará el mejor tratamiento y llevará a cabo un estudio epidemiológico sobre las circunstancias del contagio, además de identificar si hay otras personas en riesgo de haber sido infectadas.
Ante la sospecha de infección por hantavirus, el equipo médico debe derivar al paciente a un centro hospitalario con Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) que disponga de ECMO (sistema de oxigenación por membrana).
El tratamiento de esta enfermedad se basa en brindar soporte a los sistemas que fallan, como ventilación mecánica para la insuficiencia respiratoria y medidas para tratar el shock cardiovascular, incluyendo medicamentos y fluidos intravenosos. En los casos más graves, puede ser necesario el uso de ECMO, que sustituye las funciones del corazón y los pulmones mientras disminuyen los efectos de la infección.
Actualmente, no existe un tratamiento específico contra la infección. Desde hace algunos años, se ha empleado plasma inmune (obtenido de pacientes que han superado la enfermedad); Sin embargo, la evidencia sugiere que su beneficio se limita a las etapas iniciales de la enfermedad. Este plasma contiene anticuerpos que ayudan al paciente a combatir el virus durante las primeras etapas de la infección.
Aprende cual ha sido nuestro aporte en la transfusión de plasma de personas recuperadas a pacientes enfermos.
Ocasionalmente, el virus puede contagiarse por la mordedura de roedores infectados.
En el caso del hantavirus Andes puede transmitirse persona a persona (por ejemplo, al cuidar un enfermo o tener contacto íntimo con hantavirus en etapas tempranas de la enfermedad).
Las actividades o conductas que diversos estudios han demostrado que aumentan el riesgo de entrar en contacto con el virus, en personas que viven o visitan localidades rurales donde hay presencia de roedores silvestres portadores de hantavirus
• Realizar aseo en bodegas, galpones o casas que han estado cerradas o sin ventilación
• Llevar a cabo actividades agrícolas o forestales (como desmalezamiento, tala de bosques, entre otros).
• Participar en la demolición o desmantelamiento de construcciones donde habitan roedores silvestres.
• Despejar vegetación nativa para acampar o explorar en zonas rurales o áreas naturales.
• Entrar en lugares poco ventilados y con escasa luz solar, a los que tienen acceso los roedores (como leñeras, bodegas, establos, casas deshabitadas, entretechos).
• Objetos manipulables como leña, herramientas, fardos de pasto, elementos deportivos o alimentos almacenados en lugares donde los roedores tienen acceso (por ejemplo, nidos, establos, bodegas, acumuladores de leña, matorrales, entretechos).
• Recolección de frutos silvestres en lugares con presencia de roedores
• Barrer y levantar polvo en lugares donde haya evidencia de la presencia de roedores.
• Cuidar a una persona infectada con hantavirus en las etapas tempraneras de la enfermedad.
• Dormir en la misma cama que una persona infectada con hantavirus (por ejemplo una madre con su hijo o parejas sexuales)
Los primeros síntomas de la infección por hantavirus son similares a los de la gripe e incluyen fiebre, decaimiento intenso, dolores musculares y dolor de cabeza. En aproximadamente la mitad de los casos, estos síntomas se acompañan de náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal. También pueden presentar conjuntivitis y tos seca.
Generalmente, estos síntomas no se asocian con congestión nasal, lo que ayuda a diferenciar el hantavirus de otras infecciones respiratorias.
En un porcentaje variable de los casos (entre el 20 % y el 40 %), la enfermedad no evoluciona más allá y, por lo tanto, no alcanza mayor gravedad. Sin embargo, en más de la mitad de los casos, la enfermedad evoluciona rápidamente, presentando mayor gravedad. A los síntomas iniciales se suman dificultad para respirar, tos, cansancio y, posteriormente, insuficiencia respiratoria, junto con problemas circulatorios y cardíacos.
Hay que tener presente que la enfermedad no aparece inmediatamente después de haber tenido contacto con roedores o de haber estado en una región de riesgo. Existe un período silencioso (sin síntomas) entre el momento del contagio y la aparición de los primeros síntomas, conocido como período de incubación.
Los primeros síntomas de la infección aparecen entre 7 y 40 días después de haberse contagiado con el virus, es decir, entre 1 y 6 semanas después de haber estado en contacto con un ratón o una persona infectada.
Los síntomas iniciales de la infección por hantavirus no son específicos (fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor abdominal), lo que significa que se asemejan a los de muchas otras enfermedades. Por eso, es crucial que la persona informe, al consultar, si vive o ha estado (en las últimas 6 semanas) en un área geográfica donde se han registrado casos de hantavirus. Además, es fundamental mantener una adecuada capacitación del personal de salud para que estén alerta y consideren esta enfermedad al momento de evaluar al paciente.
La infección por hantavirus es una enfermedad zoonótica, es decir, se transmite de un animal al ser humano. En el caso del hanta, el animal transmisor es un roedor silvestre, y el contacto del ser humano con estos animales generalmente pasa desapercibido. Por esta razón, ha sido muy difícil establecer con precisión la forma o el momento exacto en que ocurrió la infección en la mayoría de los pacientes.
Se sabe que los roedores eliminan el virus a través de su orina, deposiciones y fluidos respiratorios. El virus puede persistir en el ambiente contaminado por estas secreciones durante algunas horas, especialmente en espacios cerrados sin ventilación y sin luz, donde su supervivencia es mayor. Los roedores suelen ser difíciles de detectar, lo que hace impredecible identificar las áreas contaminadas. En zonas donde haya presencia de roedores silvestres, se debe asumir que cualquier lugar está potencialmente contaminado, especialmente los espacios oscuros y mal ventilados.
El hantavirus presente en Chile y Argentina, conocido como virus Andes, también puede transmitirse de persona a persona. Esto significa que una persona puede contagiarse mediante contacto cercano o íntimo con alguien que se encuentra en la etapa temprana de la infección, generalmente antes de que se sepa que está enferma.
Si alguien se contagia con hantavirus, generalmente pasan entre 7 y 42 días antes de que se presenten los primeros síntomas. Estos incluyen fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares y óseos, dolor abdominal asociado con náuseas o vómitos, y un compromiso general del estado de salud. En el caso de la infección por hantavirus en el continente americano, estos síntomas pueden evolucionar hacia una forma grave de la enfermedad, caracterizada por insuficiencia respiratoria (tos progresiva, sensación de falta de aire y fatiga) y shock cardiovascular (descenso de la presión arterial y falta de oxígeno en los tejidos). En la mayoría de los casos, esta forma es muy grave.
Sin embargo, no siempre ocurre de esta manera; algunas personas pueden experimentar una forma más leve de la enfermedad y presentar solo los síntomas iniciales.
Dado que los síntomas iniciales son inespecíficos (muchas enfermedades presentan estos síntomas), es importante considerar esta infección cuando se vive o se ha estado en regiones donde la enfermedad es endémica y hay presencia de roedores silvestres portadores del virus. Existen dos razones principales para buscar atención médica, especialmente si ambas condiciones se cumplen:
Es fundamental acudir a un servicio de urgencias, proporcionando antecedentes sobre los lugares visitados, las actividades realizadas y los síntomas experimentados. Además, es importante tener en cuenta que la infección puede no manifestarse hasta pasados entre 10 y 40 días desde el posible contacto con roedores o actividades de riesgo que puedan haber expuesto a sus secreciones (orina o heces).
Si el personal de salud sospecha que una persona puede estar infectada por hantavirus, se solicitarán varios exámenes, especialmente un hemograma y una prueba para detectar el hantavirus, ambos exámenes de sangre, además de una radiografía de tórax. Estos exámenes no son infalibles, es decir, no siempre proporcionan una respuesta precisa, pero son una guía importante para identificar señales de la infección.
En Chile, esta es una enfermedad de notificación obligatoria e inmediata, lo que significa que, ante la sospecha de infección, el servicio de salud debe notificar al Ministerio de Salud. Esta institución activará la disponibilidad de solicitudes, facilitará el traslado a un centro especializado, procurará el mejor tratamiento y llevará a cabo un estudio epidemiológico sobre las circunstancias del contagio, además de identificar si hay otras personas en riesgo de haber sido infectadas.
Ante la sospecha de infección por hantavirus, el equipo médico debe derivar al paciente a un centro hospitalario con Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) que disponga de ECMO (sistema de oxigenación por membrana).
El tratamiento de esta enfermedad se basa en brindar soporte a los sistemas que fallan, como ventilación mecánica para la insuficiencia respiratoria y medidas para tratar el shock cardiovascular, incluyendo medicamentos y fluidos intravenosos. En los casos más graves, puede ser necesario el uso de ECMO, que sustituye las funciones del corazón y los pulmones mientras disminuyen los efectos de la infección.
Actualmente, no existe un tratamiento específico contra la infección. Desde hace algunos años, se ha empleado plasma inmune (obtenido de pacientes que han superado la enfermedad); Sin embargo, la evidencia sugiere que su beneficio se limita a las etapas iniciales de la enfermedad. Este plasma contiene anticuerpos que ayudan al paciente a combatir el virus durante las primeras etapas de la infección.
Aprende cual ha sido nuestro aporte en la transfusión de plasma de personas recuperadas a pacientes enfermos.
Ocasionalmente, el virus puede contagiarse por la mordedura de roedores infectados.
En el caso del hantavirus Andes puede transmitirse persona a persona (por ejemplo, al cuidar un enfermo o tener contacto íntimo con hantavirus en etapas tempranas de la enfermedad).
Las actividades o conductas que diversos estudios han demostrado que aumentan el riesgo de entrar en contacto con el virus, en personas que viven o visitan localidades rurales donde hay presencia de roedores silvestres portadores de hantavirus
Los primeros síntomas de la infección por hantavirus son similares a los de la gripe e incluyen fiebre, decaimiento intenso, dolores musculares y dolor de cabeza. En aproximadamente la mitad de los casos, estos síntomas se acompañan de náuseas, vómitos, diarrea y dolor abdominal. También pueden presentar conjuntivitis y tos seca.
Generalmente, estos síntomas no se asocian con congestión nasal, lo que ayuda a diferenciar el hantavirus de otras infecciones respiratorias.
En un porcentaje variable de los casos (entre el 20 % y el 40 %), la enfermedad no evoluciona más allá y, por lo tanto, no alcanza mayor gravedad. Sin embargo, en más de la mitad de los casos, la enfermedad evoluciona rápidamente, presentando mayor gravedad. A los síntomas iniciales se suman dificultad para respirar, tos, cansancio y, posteriormente, insuficiencia respiratoria, junto con problemas circulatorios y cardíacos.
Hay que tener presente que la enfermedad no aparece inmediatamente después de haber tenido contacto con roedores o de haber estado en una región de riesgo. Existe un período silencioso (sin síntomas) entre el momento del contagio y la aparición de los primeros síntomas, conocido como período de incubación.
Los primeros síntomas de la infección aparecen entre 7 y 40 días después de haberse contagiado con el virus, es decir, entre 1 y 6 semanas después de haber estado en contacto con un ratón o una persona infectada.
Los síntomas iniciales de la infección por hantavirus no son específicos (fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor abdominal), lo que significa que se asemejan a los de muchas otras enfermedades. Por eso, es crucial que la persona informe, al consultar, si vive o ha estado (en las últimas 6 semanas) en un área geográfica donde se han registrado casos de hantavirus. Además, es fundamental mantener una adecuada capacitación del personal de salud para que estén alerta y consideren esta enfermedad al momento de evaluar al paciente.
Reportaje del noticiero del canal La Red en Chile que muestra el aumento de la población de ratones en la Región de Aysén durante el año 2011 debido al florecimiento de la Quila.